Aviso a navegantes: el siguiente post contiene spoilers…

En The Big bang theory había siete personajes construidos con una marca personal impecable. Y se ha terminado. No era una serie de culto, pero casi. No ha sido Friends, pero casi. No ha sido Juego de tronos, pero nos ha durado más. No ha sido House, pero nos ha puesto delante distintos arquetipos humanos, de entrada, difíciles de querer (y aunque estéis pensando en Sheldon, yo estoy pensando en Howard) y nos ha dado en los morros con el autismo de su protagonista. Para mí, que adoro las comedias ligeras y trabajo con personas con TEA, ni una pega en las últimas doce temporadas. Hasta ayer.

¿Qué ha pasado con sus marcas personales?

 Ayer vi el último capítulo y me cogí un cabreo sordo. Primero, porque no sabía que se terminaba y me llevé un disgusto, y segundo, porque en veinte minutos han tirado por los suelos los ejes centrales de las personalidades de sus protagonistas para darle un final empalagoso. Que me perdone Chuck Lorre, pero de los merengues ya se ocupa Disney. Por desgracia. Que no hacen falta tantos. A base de honestidad y de roce, en doce temporadas nos habíamos enamorado de sus personajes, que eran como de la familia, ¿no? Porque nos han dejado ver desde el principio quiénes eran. Y han cambiado… Han cambiado :(.

Lo que aprendí con The Big bang theory

The big bang theory ha sido para mí una fuente de aprendizaje enorme todo este tiempo. Porque así es la fotografía corporativa que hago yo. Una fotografía que refuerza tu marca personal, para dejar ver quién eres, y hacer que te quieran por eso. Que te contraten por eso. Por auténtico, j***r. Siento el lenguaje, pero es que me he enfadado mucho…

Porque lo que ha pasado en este fatídico último capítulo es justo lo contrario. Sin entrar a valorar qué es lo que ha hecho Chuck Lorre con Sheldon Cooper (ojo, que si se enciende el debate, lo discutimos), os digo que me repatea que se haya cargado así a dos de las tres protagonistas femeninas:

  • Ha convertido a Amy Farrah Fowler en Betty la fea. Le dan un Nobel y ¡hala! Como Pretty woman a Rodeo Drive a comprarse tacones y vestidos ajustados.
  • Ha hecho que Penny quiera tener un hijo, después de doce temporadas de defender firmemente que no. Porque hay mujeres que no quieren hijos. Y amén.

 

Hay que mantener la marca personal. Hay que mantenerse fiel a uno mismo.

 

Y no bajarse nunca de ese carro. O de ese pelícano gigante, que tengo un amigo que quiere sobresalir así. Y me parece genial. Yo nunca le diría Eh, bájate del pelícano, que te voy a hacer unas fotos apoyado en una Harley. Le diría Dale, pero sácale brillo al pico.

Amy Farrah Fowler, la destrucción de una identidad